20 de octubre de 2009

Vamos a jugar a un juego

2 nota/s afinadas



Supongo que si quisiera escribir un cuento no empezaría así. Pero en realidad sí que quiero hacerlo. Quiero escribir un cuento. Quiero escribir la historia del día que aprendí a montar en columpio. Para que, con el paso del tiempo, algunos también lleguen a aprender a hacerlo y sientan lo que siento. Aunque otros, la mayoría o quizá todos, deban conformarse con leer lo que cuento.

Me llevabas de la mano por un parque. Verde y repleto de sueños. O eso nos parecía a nosotros. A cada paso, un deseo, un anhelo y un beso. ¡Qué bello es soñar a tu lado! Pero no digamos eso, sólo dejemos que pase.
El viento esta vez fue el culpable, quien arrastró la voz dulce e inocente de dos niñas que jugaban en el parque.

Si mis manos se mirasen se querrían mucho más,
entonces se besarían y se irían a pasear.
Pero a una de mis manos, yo no sé qué la pasó,
que de pronto pegó un salto y a la otra la aplastó.
Estuvieron un buen rato pegándose,
hasta que una se cansó
y echándose a un ladito dormidita se quedó.
Y la otra arrepentida a su amiga acarició,
prometió no hacerla daño
y muy fuerte la abrazó…

El sonido de dos besos rítmicos entre sus manos coincidió con los nuestros… Y multitud de susurros inundaron nuestros cuerpos. Comenzaban en nuestros oídos, se adecentaban, presumidos, y correteaban entre cada centímetro de nuestra piel para ponerla en estado de guardia. Nuestras almas reventaban, nuestro pecho estallaba y de tus labios salieron las mejores palabras jamás pronunciadas… “Todo es mágico a tu lado. ¡Siento escalofríos de pura felicidad!”

Caminábamos juntos dispuestos a descubrir Nunca Jamás. La segunda estrella hacia la derecha, todo recto hacia la mañana. Es como leer entre sábanas que mi escuela huele a naranja. ¿Sabes lo que es un deseo? Compartimos cientos de ellos aquél día en aquélla cama. Es como pensar en ti cada noche antes de perder la conciencia entre la almohada, es como sentir tantas ganas de protegerte de los fantasmas. Esos que te despiertan y no sabes por qué. Que te hacen daño porque te dan pellizcos. Que te dan miedo porque no los puedes ver y te cuesta volver a dormir. Es como mirar por la ventana, contar diecisiete estrellas y suspirar por volverte a ver en la mañana.

¿Por qué silbaste esa melodía entonces? ¿Por qué justo en ese preciso instante entonaste esas notas mientras me mirabas? Tiempo después sentado al piano las recordé y 564 figuras quedaron grabadas entre las yemas de mis dedos para recordarte que Peter Pan te quiere. En cada caricia que sientas a lo largo y ancho de tu anatomía. En cada centímetro de tu piel que roce… Sonidos perfectos que envío al fondo de tu pecho. Esta seda, ¿la sientes? Todo esto, ¿lo compartes?

“Vamos a jugar a un juego”. Tu sonrisa infinita hizo que dirigiera mi mirada hacia los columpios. Sabía que querías ir. Sabía perfectamente que íbamos a actualizar esas sensaciones infantiles de hacía tiempo. Pero yo no podía. Yo no sabía… montar en columpio. Tú me enseñarías, ¡claro que sí!
Una vez que cada uno de nosotros nos acomodamos en el viejo neumático, comenzó el balanceo. ¡Y tus carcajadas!

- Pareces tan torpe… ¡Mira cómo se hace!

Yo lo intentaba, de verdad que lo intentaba… Pies hacia delante, pies hacia detrás. El cuerpo relajado, las manos sujetando el columpio.

- Vamos, pones el cuerpo muy tenso al llegar arriba. ¡Tienes que estar menos rígido!

No avanzaba, no me balanceaba tanto como tú. ¡Pero si lo estoy haciendo bien! Pies hacia delante, pies hacia detrás. El cuerpo relajado, las manos sujetando el columpio. Y de repente, de tu mano, visité ese mundo al que no pude viajar en mi niñez. Con una sonrisa inmensa me adentré de lleno en la brisa que iba y venía, en esa libertad plena que supone sentir el vaivén de tu cuerpo en el espacio vacío de un parque repleto de niños. De sus ilusiones, sus juegos, sus risas… Pero una burbuja de aire nos aisló, te amé en completo silencio infinitamente y de un salto abandoné el columpio, te abracé contra mi pecho y tuve la necesidad de agradecerte aquello. Esa sensación. Todo esto. Gracias…

Vamos a jugar a un juego… que suponga esta pequeña felicidad absoluta.


 

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