18 de noviembre de 2008

Silencio



Hay días grises. Los hay.
No intentes convencer a nadie de lo contrario.

Hay días que a la noche, se pierden.
Y te encuentras sólo y sentado
y agobiado y te ahogas.
Día gris.

Hay días que en una noche, se pierden.
Y no lo encuentras aunque lo rebusques
entre las sábanas tristes de tu cama,
entre la almohada empapada de su aroma.
Porque ya no está. Se ha ido.
Día gris.

Hay días que amanecen más temprano,
más tarde o más nunca.
Y guardan en su haber idiomas torcidos,
la incomprensión terrena y dura
donde el malestar se acumula.
Día gris.

Inspiras, suspiras.
Inspiras, suspiras.
Y esperas a expirar.

Sientes que respiras aire viciado,
denso, intenso, ensuciado
y disuelto en lágrimas extrañas,
que no sientes tuyas.
Que no son aquéllas que derramabas
al tiempo que sostenías una sonrisa
entre labios ahora lejos.

Mis días grises se convierten en letras.
¿No lo lees?
Mis días grises se convierten en notas.
¿No lo oyes?
Los colores tristes pintan letras tristes.
Los colores tristes pintan notas tristes.
¿Seguro?

Hay días que das y recibes.
Hay días que miras y sonríe.
Hay días que duermen para no despertar
y muertes ocultas en el despegar
de dos alas dulces y lejanas.

Podría dormirme ahora sin quererlo,
acostar mi cabeza y descansar
sin soñar, sin imaginar, sin pensar.
Que pase el tiempo, que pasen las horas,
el pulso lento de un reloj interno
y vital.

Preguntar el por qué de una lágrima
es preguntar el por qué de un sentir.
¿Por qué lloras?
Porque cuando la miras
la ves, la oyes, la hueles, la escuchas
y la sientes al tiempo.
Al mismo tiempo que compones sus notas,
que imaginas la escritura de cien versos
en la desnudez de su cuerpo,
pero con tinta de tus labios,
con el pincel de tus dedos,
con el placer de los besos.
No es llorar, es sentir.

Preguntar el por qué de una sonrisa
es preguntar el por qué de una vida.
Una vida utópica a tu lado,
paralelas de cerca que cercan abrazos,
que acercan distancias y recuperan lazos
desliados y liosos extraños.

Podría escribir mil canciones muy ciertas.
Entre corcheas que me dabas aquella tarde.
Entre negras que aguzaban el oído
y no alcanzaban a entender lo que susurrabas.
Entre blancas ciegas, que ven lo que pasa.
Entre redondas de valor, doradas pero muertas.

Pero pides silencio.
Ni un susurro, ni un intento.
Silencio.
Aquí en un verso duerme un ángel bello.
No hagáis ruido. Silencio.
Que no despierte,
que repose su alma y duerma su cuerpo.
Silencio.

Las mejores canciones nacen de un silencio abrumador.
Silencio.
Sólo oigo el caminar de sus sueños, pero están lejos.
Silencio...

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Concierto para dos almas Copyright © 2010 Black Brown Art Template by Ipiet's Blogger Template