Sólo tres personas conocen
la verdadera realidad de todo esto.
Tú, yo y la poesía.
Ella ha sido testigo fiel
de cada despedida,
de cada reencuentro,
de cada beso,
de cada caricia
y de todo aquéllo que te pedía.
Gracias a ella tolero la realidad.
Gracias a ella resisto.
Me siento creador y recreo lo bello
en contraposición a lo vivido.
Huyo de lo real en un segundo
y atraigo a mi mundo de sueños
las sonrisas heladas de deseos.
Un mundo frenético y perfecto,
pero en el momento justo
en que reposa la pluma,
se para todo.
Todo.
Primero un grito,
luego un lloro
y por último el rasgueo de mi alma,
aullido inmundo del placer que imploro.
Vivir es aprender.
Vivir es despertar cada día
y no dejar de soñar
en que tu sueño es vida.
Sueño con que el corazón
aquí plasmado sonría.
Quizá no mañana ni pasado.
Pero que sonría de nuevo,
como antaño.