Voy a columpiarme entre versos,
entre renglones rectos que ahuyenten
la retorcida caligrafía del alma.
Voy a escribir cientos de palabras
que finjan conocer mis sentimientos.
Sencillos, complejos… nuevos.
Voy a leer cuentos infantiles
que me recuerden lo bello de vivir,
lo más cierto, lo más puro,
que mi escuela huele a naranja.
Voy a pintar en un papel
garabatos de niño pequeño
para no olvidar nunca la edad temprana
donde aprendí lo verdadero.
Voy a soñar sin miedo
que lo real es cierto.
Eso es lo bello,
lo bonito de dormir y lo precioso de acabar el sueño.
Voy a tocar te quieros al instrumento,
abrazos y besos en la vibración intensa de un cuerpo,
señales acústicas a un oído experto.
Voy a rozar un cuerpo desnudo
disfrazado de teclas negras y blancas,
voy a contemplar el misterio
desde el corazón del misterio.
Voy a componer melodías sin final,
acordes perfectos mayores y menores,
preludios, ludios y posludios,
un vals, quizá, en tres por cuatro.
Una canción a tiempo para tenor y contralto.
Un dueto.
Voy a cantar la escala de sol mayor
justo después de rozar el cielo con la punta de los dedos,
justo después de morir calcinado
entre tus labios de fuego.
Voy a buscar la felicidad sin límite
de la mano de una sonrisa infinita.
Voy a quedarme dormido mirando al techo,
a una estrella azul cielo
que alumbra todo mi mundo,
ahora perfecto.
Pero todo...
Todo contigo.
Te Quiero.